América Latina y el Caribe enfrentan el reto de aumentar significativamente su inversión en proyectos de infraestructura en el próximo quinquenio. Sin embargo, el impacto de la pandemia por Covid ha deteriorado las condiciones fiscales y ha incrementado el riesgo de muchos países de la región, lo que ha ralentizado los programas de obras públicas.
Datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras instituciones multilaterales indican que se requiere invertir cerca del 5% del producto interno bruto (PIB) regional en proyectos para alcanzar niveles de desarrollo similares a los de países como Corea del Sur o Japón. Para cerrar esta brecha y acelerar los proyectos de infraestructura pública, organismos como el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la CAF -banco de desarrollo de América Latina- se han volcado en la región para impulsar el desarrollo de Asociaciones Público-Privadas (APP) como una fórmula de desarrollo para los países de América Latina y el Caribe.
El momento de Panamá: la primera generación es clave
La adopción de la figura de las Alianzas Público-Privadas (APP) por parte de la Administración del Presidente Laurentino Cortizo supone una nueva era en la relación entre el sector público y privado, especialmente en el desarrollo de proyectos de infraestructura.
En los casos de proyectos de infraestructura, lejos de suponer que los retos principales son de contratación y de construcción, el desafío más importante del Gobierno y de los organismos multilaterales financiadores es posicionar públicamente esta figura, sus beneficios y mostrar sus resultados.
En un escenario mediático y legal donde la "categoría" de infraestructura pública tiene bajos niveles de credibilidad debido a años de escándalos de corrupción, denuncias de sobrecostos y obras inconclusas, el futuro de las APP en Panamá será grandemente determinado por los resultados de la primera generación de proyectos.
Tanto para el Estado como para los organismos multilaterales financiadores, así como para las empresas ejecutoras, se trata de una puesta en escena nueva y clave para el futuro de la aceptación pública de esta fórmula de desarrollo. Desde su propia concepción, pasando por el proceso de contratación, hasta el nivel de ejecución, la comunicación y pedagogía en cada fase de los proyectos serán cruciales para sentar las bases de transparencia y calidad, y para que la figura de APP se introduzca en la sociedad con una alta valoración.
En ese caso, podríamos estar hablando de la novedad más importante en materia de obra pública en los últimos años en Panamá. Con la comprensión y el apoyo ciudadano adecuados -basado en resultados claros-, el potencial de desarrollo de las APP puede ser grande.
Prioridades para el abordaje de la comunicación de las APP
Gestión del riesgo reputacional
Para el Gobierno, los proyectos APP representan la oportunidad de acelerar su agenda de obras de infraestructura sin los contratiempos y demoras propios de la burocracia estatal. El propio legado de la Administración del presidente Cortizo se verá fortalecido o no por el éxito de las APP.
Por otro lado, para las organizaciones multilaterales, su participación plantea la posibilidad de visibilizar el peso de su cooperación y ayuda financiera en obras concretas de impacto masivo. Este resultado no es menor, si tomamos en cuenta que una de las debilidades que suelen arrastrar estas organizaciones es la dificultad de mostrar en "main street" todo su aporte, que en el caso de las APP ha sido clave desde la fase de diseño de las normativas, fortalecimiento institucional y mejora de capacidades de la nueva dirección de APP en Panamá.
Pero la experiencia en la región -que desde la década de los 90 está ejecutando APP- demuestra que desde la construcción de los contratos hasta su ejecución pueden surgir contratiempos legales y operativos que ponen en juego la reputación de este nuevo instrumento de contratación. Estos riesgos reputacionales impactarán al gobierno, a la entidad contratante, a la empresa constructora y al organismo multilateral involucrado en el proyecto.
Esto significa que uno de los principales retos para las multilaterales, que en su mayoría están presentes en la primera generación de APP en Panamá, será la participación activa en la gestión de riesgos reputacionales de cada obra. Solo mediante un adecuado mapeo, mensajes y segmentación de audiencias ante los distintos riesgos podrán estar preparadas para prevenirlos o hacer efectiva la contención de daños, de ser necesario. Dejar esto a la reacción de la contraparte gubernamental, apremiada por múltiples presiones, podría tener un alto costo.
Proyectos como sujetos de comunicación
No hay duda de que en la comunicación de infraestructura, el proyecto es el sujeto de la comunicación. Pero hay que entender al proyecto como un ente integral y vivo, el cual no se comunica solamente con una palada inicial y un corte de cinta inaugural.
La propia naturaleza de las APP obliga a innovar en la comunicación del proyecto y usar recursos creativos para poner en valor cada etapa de la obra. Por ejemplo, las Asociaciones Público-Privadas nacen de nuevos contratos, distintos a los contratos públicos habituales, por eso esta etapa inicial que está "en papel" es el punto de partida de la comunicación.
Es precisamente aquí donde la docencia y pedagogía sobre lo que es la APP, sus beneficios, límites y diferencias deben comunicarse ampliamente porque, sin duda, con la falta de confianza en las contrataciones de infraestructura, todas las miradas están puestas en esta nueva modalidad.
Además, la puesta en marcha de este mecanismo de ejecución de obra implica mejoras en la gestión de riesgos operativos -propios de cualquier obra de construcción-, así como en el manejo de ESG (Gobierno Corporativo, Social y Medioambiente) y resolución de conflictos. Mecanismos que dotan de mayor transparencia y confianza a la ejecución de las APP y que deben hacerse visibles desde la comunicación.
El reto está en administrar y potenciar cada hito del proceso, que puede tomar años de ejecución, para que el proyecto siga brillando. Su ejecución impecable será la mejor carta de presentación para el inicio de la nueva era de APP en Panamá.
Comunicación a tres bandas
Como planteamos previamente, las APP implican una mesa tripartita de actuación donde el Gobierno/entidad contratante, la banca multilateral y la empresa adjudicataria deben trabajar coordinadas y alineadas para que los proyectos se cumplan de manera satisfactoria y con el menor riesgo reputacional para los implicados y el propio país, que debuta con fuerza en este 2022 con sus proyectos insignia en materia de carreteras.
La tarea es ambiciosa y la logística complicada, pero si se mide el impacto negativo que puede provocar la mala gestión de la primera generación de APP en Panamá, no hay duda de que las tres partes involucradas trabajarán en los mecanismos de prevención, aprobación y supervisión necesarios para concluirlos con éxito.
Y eso incluye a la comunicación como el centro de toda la gestión. La definición de la estrategia de comunicación a la medida de cada proyecto es clave para construir la narrativa detrás de esa APP, que debe ir más allá de comunicar metros cuadrados de avance. Los proyectos de infraestructura transforman vidas, tienen un propósito y es central comunicarlo.
La comunicación a tres bandas debe diseñarse previamente para que gobierno, organismos internacionales y empresa constructora conozcan su rol, responsabilidades y sepan cuándo y cómo actuar ante cada evento.
En especial el socio gubernamental, que tiene muchos otros temas que gestionar a la vez y suele llegar tarde para la contención de una crisis, y el constructor, que se repliega a su papel de ejecutor. Con lo cual, a los organismos internacionales -impulsores de las APP- les corresponde asumir su liderazgo -bajo el perfil apropiado- para que la comunicación sea el vehículo que dote de transparencia a todo el proceso.
La comunicación juega un papel protagónico y no se puede improvisar, sino trabajar con anticipación en el diseño de una estrategia que fije los objetivos que queremos lograr, que llegue a cada uno de los stakeholders que se impactan con la obra, que sea sólida y rápida para escuchar e interpretar las demandas de los afectados y gestionar los riesgos reputacionales, financieros y operativos que, sin duda, surgirán en el camino.
Autor: Margorieth Tejeira. Dir. Senior de Riesgos y Corporativo LLYC
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