Crujientes por fuera, suaves por dentro y con un sabor que no conoce fronteras. Así son las papas fritas de McDonald’s, un producto que ha trascendido generaciones y culturas para convertirse en un verdadero ícono de la gastronomía rápida y en un símbolo de consistencia global.
En un mercado donde la diferenciación es clave, Arcos Dorados, la franquicia maestra de McDonald’s en Latinoamérica y el Caribe, revela algunas de las claves detrás de este producto estrella que no solo acompaña millones de comidas cada día, sino que también se ha ganado un lugar en la memoria colectiva de los consumidores.
Lo que no sabías de las papas fritas más icónicas
Crocancia perfecta: el equilibrio entre textura crujiente y suavidad interna responde a procesos de producción con los más altos estándares de calidad.
Forma universal: cada papa es cortada con un proceso diseñado para garantizar uniformidad, logrando esos batones dorados que son ya parte de la identidad de la marca.
Origen natural: elaboradas a partir de papas 100% naturales y cocinadas en aceite alto oleico, sin antioxidantes añadidos.
Estándar global: en cualquier McDonald’s del mundo, las papas se someten a controles de tamaño, forma, color y almacenamiento, garantizando la misma experiencia en cualquier continente.
Más que un acompañante, un lenguaje universal
Las papas fritas de McDonald’s no solo combinan con hamburguesas, McNuggets o ensaladas; su versatilidad permite disfrutarlas con kétchup, mayonesa, solas… ¡e incluso con helado! Esa capacidad de adaptarse a cada paladar y situación las ha convertido en un producto tan icónico que hoy puede considerarse un lenguaje gastronómico universal.
En un entorno donde las marcas buscan generar conexión emocional, las papas fritas de McDonald’s demuestran que un producto puede trascender lo funcional para convertirse en un símbolo cultural. Un clásico que nunca pasa de moda y que continúa inspirando a la industria sobre cómo construir experiencias globales consistentes, memorables y, sobre todo, irresistibles.
